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La Señorita de Tacna


En “La señorita de Tacna”, Mario Vargas Llosa nos invita a acercarnos a una historia aparentemente sencilla: en la mitad del escenario vemos a un aprendiz de escritor que intenta demostrar su talento, mientras en la otra se van sucediendo recuerdos que trata incorporar a su creación. La obra trata de las luchas de un joven artista. ¡Que viva el lugar común!

Pero uno de esos recuerdos tiene que ver con una tía solterona, Mamaé, que vivía en su casa, complementaba el papel de su madre y llenó su infancia de historias sobre una supuesta señorita en el pueblo de Tacna, hermosa, atrevida y orgullosa. La obra trata sobre los recuerdos de la infancia.

Sin embargo, resulta que la señorita de Tacna era la propia Mamaé y resulta también que no hubo aritmética instantánea para quedar soltera y convivir con su hermana. Al enterarse que su prometido la engañaba con una fogosa viuda, Mamaé promete que nunca se casará. Luego descubre que la voluntad llega hasta el límite de la debilidad de la carne y aunque no consuma la infidelidad, siente la tonelada de culpa de haber soñado por un instante con ser la mujer de su cuñado. La obra trata sobre el orgullo desbocado y los laberintos de la culpa.

Y como en todo texto literario la magia surge por la conjunción de lo que se dice y cómo se dice, Vargas Llosa va introduciendo, como solos de instrumentos en un concierto monumental, todos estos motivos en el proceso de pensamiento del escritor, en su mecánica creativa; es decir, Vargas Llosa hace una autopsia al acto de la escritura y vamos dejándonos seducir por el desarrollo del libro naciente y por cada anécdota, chisme o secreto de Mamaé.

Asistiremos a un espectáculo lleno de magia y pasión, orquestado por hermosos y clásicos valses peruanos que construyen la banda sonora perfecta para una historia llena de sorpresas y maravillosos recovecos donde la naturaleza humana se expone de las formas mas salvajemente sutiles. El director construye y articula la trama a través de recursos oníricos, pero en un lenguaje simple y directo capaz de consumar una historia mágica que nos hace entender el por qué de las personas y sus decisiones, en un mundo de héroes y villanos que nacen al servicio de un tablero de ajedrez.